El nuevo hombre fuerte de Siria promete no interferir de manera "negativa" en Líbano
El nuevo dirigente sirio, Ahmed al Sharaa, recibió el domingo al jefe de la diplomacia turca y prometió que Siria ya no interferirá de manera "negativa" en Líbano, que envió su primera delegación a Damasco tras la caída de Bashar al Asad.
El ministro turco de Relaciones Exteriores, Hakan Fidan, se reunió con Al Sharaa y un video de la agencia estatal Anadolu muestra a ambos saludándose. Turquía respaldó a una parte de los rebeldes que derrocaron al presidente Al Asad tras una fulgurante ofensiva de apenas once días.
La alianza rebelde, liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), tomó Damasco el 8 de diciembre y puso fin a más de medio siglo de poder del clan Asad.
Desde entonces, Ankara ha mantenido fuertes relaciones con los nuevos líderes sirios. El jefe de la inteligencia turca, Ibrahim Kalin, viajó a Damasco apenas cuatro días después de la caída de Al Asad.
Arabia Saudita, potencia regional, también está en contacto directo con las nuevas autoridades, tras haber apoyado durante años a la oposición durante la guerra civil siria. El reino saudita enviará próximamente una delegación al país, declaró el embajador sirio en Riad.
Al Sharaa recibió también el domingo a los líderes de la comunidad drusa libanesa Walid y Taymur Jumblatt. Los drusos son una minoría religiosa repartida entre Líbano, Siria e Israel.
Fue la primera reunión con un dirigente del país vecino, que durante décadas sufrió la injerencia del poder sirio .
Siria no ejercerá "injerencia negativa alguna en Líbano: respeta la soberanía libanesa, la unidad de sus territorios, la independencia de sus decisiones y su estabilidad en materia de seguridad", declaró Al Sharaa.
"Mantendrá la misma distancia con todo el mundo" en Líbano, añadió, al reconocer que Siria fue "una fuente de miedo y ansiedad" en el país vecino.
- Traje y corbata -
Al Sharaa, conocido hasta ahora bajo su nombre de guerra, Abu Mohamad al Jolani, recibió a la delegación libanesa en el palacio presidencial vestido con traje y corbata.
Walid Jumblatt acusa al poder sirio de haber asesinado a su padre, Kamal Jumblatt, en 1977, durante la guerra civil libanesa.
El ejército sirio invadió Líbano en 1976, y sólo se retiró en 2005 tras la enorme presión posterior al asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri.
La muerte del político fue atribuido a Damasco y a su aliado, el grupo islamista libanés Hezbolá, respaldado por Irán.
Al Asad pertenece a la rama alauita del islam chiita y se presentó como protector de las minorías religiosas y étnicas del país.
La toma del poder por los islamistas sunitas de HTS, catalogados como organización terrorista por muchos gobiernos, incluido el de Estados Unidos, provocó inquietud, aunque el grupo intentó moderar su retórica.
Pese a ello, potencias mundiales como Estados Unidos o la Unión Europea intensificaron los contactos con los nuevos dirigentes del país, instándoles a garantizar la protección de las mujeres y las minorías.
Los dirigentes extranjeros también subrayaron la importancia de combatir "el terrorismo y el extremismo" en un país asolado por 13 años de guerra.
El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, aliado de larga data del derrocado presidente sirio, predijo el domingo la "aparición de un grupo fuerte y honorable" que se opondrá a la "inseguridad" en Siria.
Siria ha jugado durante mucho tiempo un papel estratégico en "el eje de la resistencia" de Teherán, una alianza informal que agrupa alrededor de Irán a grupos armados unidos en su oposición a Israel. Esta incluye a Hezbolá en Líbano, Hamás en Gaza, milicias chiitas en Irak y los rebeldes hutíes en Yemen.
La toma del poder en Siria de una alianza rebelde se percibe como un revés para Irán, en un momento en que su aliado Hezbolá sale debilitado de una guerra en Líbano contra Israel.
A.Martin--JdB