El "diario de guerra" que Mykola escribe en el Donbás "para la historia"
Apostado en el techo de su casa en Lysychansk, en la región de Donbás, el ucraniano Mykola observa con prismáticos las posiciones rusas y comienza una nueva página del "pequeño diario de guerra" que escribe desde hace 58 días.
Arriba a la derecha pone la fecha y, debajo, centrado, como todos los días, la misma expresión: "¡Resistimos!".
Este ucraniano de 67 años, apuesto y de barba canosa, lleva este diario porque le hubiera gustado que su madre hiciera lo mismo desde esta misma casa durante la Segunda Guerra Mundial. "Por el bien de la historia", dice.
"Para cada fecha escribo lo que pasó y a qué hora. Soy muy detallista y me apego a la verdad", explica.
"Por ejemplo, hoy a las 8H20 cesaron los disparos y lo escribo también, ¿ves?", agrega.
Un día antes: "disparos de Smerch (lanzacohetes) en Severodonetsk". "Proyectiles sobre el mercado, la panadería Iermolovskaia fue destruida". "23H00 tranquilo".
Mykola instaló en el último piso de su casa un confortable punto de observación donde puede pasar horas observando con prismáticos las maniobras de rusos y ucranianos.
Desde allí observa toda la llanura verde, más allá del río Donets, y en ese frente, la principal línea ofensiva de las tropas rusas en el este de Ucrania, que esperan quebrar la bolsa de resistencia que atenazan desde hace dos semanas.
Cuando hace buen tiempo y no hay proyectiles, el jubilado enérgico sube al techo donde improvisó una plataforma de observación con unos tablones de madera.
Una pequeña bandera ucraniana ondea al viento, en las narices de rusos y de sus vecinos.
- 58 páginas -
En una ciudad dividida, donde una parte de la población que se considera étnicamente rusa no vería mal pasar bajo control de Moscú, el patriota ucraniano quiere creer en una victoria ucraniana, aunque los rusos se acercan día a día.
"Yo sé que aquí, en Donbás, no hay realmente ucranianos de sangre", comenta Mykola, refiriéndose a la compleja historia de la región, anexionada por los bolcheviques, hambreada durante el Holdomor (genocidio ucraniano) de 1932-33 y repoblada por Stalin con trabajadores rusos después de 1945, antes de cargar con el peso de la desindustrialización después de 1991.
El exingeniero electromecánico hojea su diario de guerra: 58 páginas llenas y un centenar en blanco.
Tras la pascua ortodoxa, por la cual no espera ninguna tregua porque "a esta gente no le importa la religión", los rusos "probablemente intensifiquen la ofensiva, intenten lanzar más misiles", anticipó.
"El 1 de mayo", indica el cuaderno, "tendremos tal vez una pausa, ellos estarán completamente borrachos", adelantó en referencia al Día del Trabajo, celebrado en el mundo exsoviético con la familia, a menudo en torno al primer asado del año.
¿Y qué espera para el 9 de mayo, fecha sagrada para Moscú por la "Gran Guerra Patriótica", que algunos ven como un posible punto de inflexión en la ofensiva lanzada por el presidente ruso Vladimir Putin?
"Sus generales irán a la televisión a decir cualquier cosa", vaticinó.
- Resistente sin red -
Vive solo en su gran casa familiar de tres pisos, con su estilo soviético y decoración de los años 1950.
La casa está llena de recuerdos. Sus álbumes de fotos con los viajes de caza en familia, sus títulos de propiedad otorgados por el zar a su bisabuelos, sus viniles de música folclórica, sus colecciones de sellos postales...
En la "cocina de verano", contigua a la casa, calienta agua para el té. "¿Negro, verde o de bayas?". Al jubilado no le falta nada. Tiene suficiente para "todas las guerras", asegura sin perder la sonrisa.
En su oficina, en medio de mapas del Donbás, una radio reproduce las consignas martilladas por un locutor ucraniano.
"Si llegan los rusos, debes tomar las armas, resistir. Si no lo haces, esto es lo que pasará: los hombres serán matados, las mujeres violadas y los demás deportados a Rusia", aseguró.
El excazador se hizo la pregunta de lo que hará en tal caso, quizás cercano. "Me quedaré hasta el final", afirmó.
Si Lysychansk pasa bajo control ruso, Mykola vería bien "organizar la resistencia". Pero queda un obstáculo: no hay red en su teléfono.
"Me han hablado de unirme a los grupos de Signal o Telegram, pero no sé cómo funciona todo", dijo, antes de volver a sus prismáticos y su cuaderno.
D.Mertens--JdB