Dar nuevas alas al cardenalito de Venezuela para sobrevolar la extinción
Jeshua Nieves pesa meticulosamente una mezcla de semillas para alimentar a "sus hijos emplumados", como llama a los cardenalitos, ave emblemática de Venezuela en peligro crítico que conservacionistas buscan salvar de la extinción.
Nieves es uno de los rostros del Centro de Conservación del Cardenalito de Venezuela, que funciona entre la espesa vegetación del zoológico Dr. Leslie Pantin, ubicado en Turmero, estado Aragua (centro-norte).
Este año celebran el nacimiento de 47 pichones, el más numeroso desde 2022, cuando nacieron los primeros ejemplares del programa que busca salvar a esta pequeña ave de plumaje rojo vivaz, muy vinculada a la cultura venezolana.
"Te dan ganas de llorar de felicidad... ellos llevan sobre sí la esperanza de una especie", comenta Nieves mientras les pone envases con agua para que se bañen y acicalen.
El cardenalito, identificado con el nombre científico de Spinus cucullatus, estuvo en el que llegó a ser el billete de más alta denominación de Venezuela, ha inspirado canciones, da nombre a un equipo de béisbol y hasta un peaje de carretera.
- Nueva generación -
Esta ave endémica de Venezuela ha sido mermada por el tráfico ilegal, en especial para cruzarla con canarios y obtener híbridos rojizos, además de la destrucción de su hábitat.
Aparece "en peligro" en la lista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en "peligro crítico" en el Libro Rojo de la Fauna venezolana, una categoría previa a la extinción de una especie.
"Este tercer año hemos tenido un éxito más notable en la cantidad de pichones que se obtuvieron en el período de reproducción, eso nos llena de mucha esperanza", indica Roxibell Pelayo, coordinadora de la Iniciativa Cardenalito.
Muchos de los animales del programa vienen de criaderos o de decomisos: solo han conocido la vida dentro de jaulas. Por ello, su liberación es improbable pues no sobrevivirían en la naturaleza. Será su descendencia la que pueda volar silvestre luego de un entrenamiento.
"Mi vida es un antes y un después de estar en el centro de conservación", señala Nieves, ingeniera agrónoma. "Esos animales que están ahí son como mis hijos emplumados, por ellos doy lo mejor".
- Escuela para cardenalitos -
El centro de conservación es como una "escuela" donde se recrean ciertas condiciones de la vida silvestre para que aprendan a forrajear -buscar alimento- y a hacer nidos.
Especies de árboles han sido sembradas en los aviarios tanto para que se posen como para proveer comida.
Allí interactúan con el Chirulí (Spinus psaltria), un ave de tamaño semejante con la que suelen convivir en la naturaleza y que actúa como "un tutor".
Se busca que no solo "coman la comida que el equipo del centro les puede dar, sino que ellos empiecen a buscar semillas en espigas, a comer hojas, a comer flores, lo que estos tutores llamados chirulí están enseñándoles", detalla Pelayo.
Salvar al cardenalito implica evitar la extinción del único "Spinus rojo del mundo", pues el género de los "Spinus son de color amarillo con negro", apunta el médico veterinario Enrique Azuaje, curador del centro de conservación.
Azuaje, que no toma vacaciones desde hace tres años para no descuidar su trabajo, identifica a cada ejemplar con diminutos anillos de color negro o amarillo con el año de nacimiento y las siglas del centro (CCV).
"Verlos nacer es algo de lo que no te aburres, siempre los esperas con ansias, más que por el número, por el hecho de que cada nacimiento ocurra", asiente Azuaje.
Y.Simon--JdB