Santuario vegetal acoge aves exóticas en la capital de Sudán
Loros grises de Gabón, periquitos de collar y otras aves con plumas de llamativos colores se han refugiado en un santuario vegetal de 400 metros cuadrados ubicado al este de Jartum, la capital sudanesa.
"Tengo pasión por las aves", explica Akram Yehia, propietario de la reserva natural Marshall. "Quería crear para ellos un entorno ideal lo más cercano posible de su hábitat natural", afirma a la AFP.
Hace cuatro años, este hombre de unos cuarenta años decidió construir su propia reserva en el jardín delantero de su casa.
Yehia construyó él mismo decenas de nidos que colocó en su edén para volátiles, adornándolo con una vegetación exuberante, un pequeño estanque y nebulizadores. Así logró crear una verdadera isla de frescura en el sofocante calor de Jartum.
Periquitos de colores, loros de Meyer y periquitos de rabo rojo vuelan de rama en rama y se disputan las pajareras en la inmensa reserva creada por Yehia y que comparten con otros cientos de aves de 13 especies diferentes.
"Los he domesticado y les he enseñado a no atacarse unos a otros", indica a la AFP este apasionado de las aves, cuyo pájaro favorito es un loro gris de Gabón que responde al nombre de "Kuku" y que sobresale en la imitación de los sonidos y de los movimientos humanos.
- Remanso de paz -
La reserva acoge a numerosos visitantes sudaneses e internacionales durante dos o tres horas al día, tiempo limitado por Yehia "para no perturbar las aves".
Sin embargo, las manifestaciones masivas en respuesta al golpe de Estado del 25 de octubre y su represión violenta por el régimen del general Abdel Fattah Al Burhane afectaron el modelo económico del santuario.
Las visitas se interrumpen regularmente durante los días de las manifestaciones, ya que el cierre de las calles dificulta el desplazamiento en Jartum.
"El gas lacrimógeno utilizado durante las manifestaciones es extremadamente nocivo y peligroso para las aves", explica Yehia, afirmando que los conocidos que viven cerca de los principales lugares de manifestación "han perdido todas las aves que poseían".
Como todos los sudaneses, Yehia debe hacer frente a gastos en constante aumento. La moneda nacional se desplomó frente al dólar y los precios de los alimentos y de la gasolina no dejan de aumentar.
Circunstancias que dificultan su deseo de ampliar la reserva. "Es demasiado caro en este momento", explica a la AFP.
Para los visitantes, la reserva sigue siendo una experiencia única, un remanso de paz que permite escapar del tumulto de la capital sudanesa.
"No sabía que había un lugar así en Jartum", comenta entusiasmada Anna Shcherbakova, una visitante ucraniana.
A Hossameddine Sidahmed, visitante sudanés, le gustaría que la reserva se ampliara. "Sería aún más hermosa", afirma.
T.Peeters--JdB