Journal De Bruxelles - Miembros de la realeza asisten a los funerales de Víctor Manuel de Saboya

Miembros de la realeza asisten a los funerales de Víctor Manuel de Saboya
Miembros de la realeza asisten a los funerales de Víctor Manuel de Saboya / Foto: Marco Bertorello - AFP/Archivos

Miembros de la realeza asisten a los funerales de Víctor Manuel de Saboya

Miembros de la realeza asistieron el sábado a los funerales de Víctor Manuel de Saboya, hijo del último rey de Italia y fallecido el 3 de febrero, en la ciudad italiana de Turín.

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Las exequias de este controvertido heredero de una dinastía que se exilió tras su cercanía con el fascismo, se celebró en medio de una relativa indiferencia.

El funeral de Víctor Manuel, quien falleció en la ciudad suiza de Ginebra a los 86 años, tuvo lugar en Turín, en el norte del país, cuna de la Casa de Saboya.

A la cita, privada, asistieron su viuda Marina Doria y su hijo Manuel Filiberto de Saboya. También acudieron el príncipe Alberto II de Mónaco, Juan de Luxemburgo y la reina emérita Sofía, de España.

Cerca de 200 personas se congregaron ante la catedral. El féretro de Víctor Manuel fue recubierto por la bandera roja y blanca de los Saboya.

Víctor Manuel será inhumado en el panteón familiar de la basílica de Superga que domina Turín, construida a principios del siglo XVIII por orden del duque Víctor Amédée II de Saboya.

La mayoría de los miembros de la familia Saboya están enterrados en esta basílica.

Víctor Manuel, nacido el 12 de febrero de 1937 en Nápoles, era el jefe de la Casa de Saboya, que ocupó el trono italiano de 1861 a 1946, y descendiente del último rey, Humberto II, que sólo ostentó el título de monarca de mayo a junio de 1946.

Salió de Italia a los nueve años, desterrado junto con todos los descendientes varones de la casa real por la Constitución de 1946, que abolió la monarquía.

La República italiana sancionó la colaboración de su abuelo, Víctor Manuel III, con el régimen fascista y su firma de las leyes raciales.

Víctor Manuel apenas pudo retornar a Italia en diciembre de 2002, después de que el parlamento votara el fin de su exilio. Para poder regresar, debió jurar fidelidad a la República, un gesto que rechazó hacer durante mucho tiempo.

O.Leclercq--JdB