

Comprar velas o transistores con pilas, las lecciones que sacan los madrileños del apagón masivo
Tras una jornada caótica, los madrileños volvieron este martes al trabajo tratando de extraer aprendizajes del masivo apagón que afectó la víspera a la península ibérica y que resaltó la importancia de tener al alcance productos como radios con pilas o velas.
Como decenas de millones de compatriotas, Valentín Santiago, técnico medioambiental, tardará en olvidar este lunes de abril. Pese a que su trayecto para regresar a casa en la noche se vio multiplicado por cinco, el martes por la mañana no tuvo problemas para llegar a su trabajo en el centro de Madrid.
A partir de ahora recordará "siempre llevar dinero en efectivo", y pretende comprarse cuanto antes una radio a pilas y linternas. Además, decidió no desprenderse "nunca de la bombona de butano" en casa.
Su colega Mario Bofano, otro técnico ambiental de 29 años, también llegó sin problemas a trabajar el martes. A él la experiencia de la víspera le sirvió para darse cuenta de lo "mucho que somos dependientes de la luz, que todo se basa en electricidad", comenta antes de empezar a trabajar.
- "Odisea" -
"Eso me enseño que somos muy vulnerables", coincide María Jesús Cobos, una abogada de 50 años que viajaba en autobús.
La víspera, como muchos, tuvo que conducir sin semáforos y quedó sorprendida al ver que la gente era "muy civilizada".
"Nos demuestra que nos podemos apañar con todo", incide.
En la estación de tren de cercanías de Recoletos, el tráfico se reanudaba lentamente. Jennifer Mena, una agente de la compañía ferroviaria nacional Renfe, indica que los pasajeros se tomaban "con calma" los anuncios de perturbaciones.
"Va con retraso, pero como siempre", bromea sobre el tráfico.
"Hoy, día normal", cuenta por su parte Josefa Luceño, a diferencia de la víspera, que fue "horrible", cuando esta mujer de 76 años tuvo que subir once pisos a pie.
"Subí una vez y no volví a bajar", describe. En la mañana del martes, Josefa retomó su rutina y se desplazaba en autobús para acudir a una exposición.
De su "odisea" de tres horas, Rocío Vicente, una empleada de limpieza de 44 años, se queda con la generosidad de un señor que "le dejó dos euros" para comprar un billete, ya que ella no tenía efectivo.
"José, ¿cómo estás? ¿Cómo fue ayer? ¿Cómo llegaste a casa?": En un café en Madrid, todas las conversaciones son sobre "el apagón". Bianca, la camarera, aprovecha para recordar que siempre hay que tener "velas en casa por si acaso".
En la pantalla que cuelga de la pared, un canal de noticias emite en bucle las impactantes imágenes del caos del lunes.
- "Alivio" -
"La normalidad ha vuelto... Nosotros no sabemos", sonríe Juan, un trabajador financiero de 52 años que no quiere dar su apellido.
"Hay que hacer una pausa para que la gente se asiente", sugiere sentado con sus colegas para el desayuno. Todavía sigue pensando en todo lo que la electricidad representa en la sociedad, sobre todo en "las cámaras frigoríficas, los hospitales".
Su colega Susana, de 50 años, que tampoco quiere dar su apellido, cuenta que también aprendió una lección el lunes.
"Hay que comprar un transistor, velas y pilas, latas de fabada... y zapatillas", suspira recordando su caminata de una hora y media con los incómodos zapatos de tacón.
Para Marcos García, un abogado de 32 años que espera al autobús, el apagón destacó también la "dependencia absoluta de los sistemas tecnológicos", por lo que tampoco vino mal un poco de reposo.
"Ha sido una tarde de alivio, un descanso tecnológico, una desconexión", reconoce. "Otra cosa hubiera sido si me hubiera ocurrido solo a mí, pero como le ocurrió a todo el mundo", indica.
"Estamos preparados para todo lo que venga ya después de la pandemia", agrega.
M.Kohnen--JdB