Journal De Bruxelles - París acoge la primera gran retrospectiva de la pintora brasileña Tarsila do Amaral

París acoge la primera gran retrospectiva de la pintora brasileña Tarsila do Amaral
París acoge la primera gran retrospectiva de la pintora brasileña Tarsila do Amaral / Foto: JOEL SAGET - AFP/Archivos

París acoge la primera gran retrospectiva de la pintora brasileña Tarsila do Amaral

Casi cien años después de la exposición que la dio a conocer en París, Tarsila do Amaral, la pintora de la modernidad brasileña, recibe su primera gran retrospectiva en el Museo de Luxemburgo de la capital francesa.

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A partir del 9 de octubre los muros del museo parisino acogen casi 150 obras, entre ellas 49 cuadros, hasta el 2 de febrero.

Tarsila do Amaral (1886-1973) es la pintora más conocida de Brasil, autora de una obra que ayudó por igual a poner de relieve el indigenismo dentro y fuera de su país como a introducir las vanguardias.

El objetivo es "salir de este discurso un poco simplista que sería que los artistas extranjeros llegan a París, aprenden la modernidad y se van", explicó la comisaria de la exposición, Cecilia Braschi, en una visita con periodistas a la exposición.

"El recorrido, por el contrario, demuestra que esta relación es mucho más compleja, y que no habría habido un proyecto moderno de Tarsila si ella no hubiera llegado con su propio bagaje moderno brasileño, que se está formando en ese momento", añadió.

Hija de terratenientes en la región de Sao Paulo, Tarsila do Amaral llega a París en 1920, y sus primeros cuadros atestiguan de una formación académica clásica, heredera del impresionismo.

En su ausencia, en febrero de 1922, Sao Paulo celebra una Semana del Arte Moderno, con artistas locales como Anita Malfatti o Oswald de Andrade, un evento que causa sensación.

A su regreso a Brasil Tarsila do Amaral se une a esa nueva generación y toma fuerzas para emprender un nuevo viaje de regreso, esta vez decisivo para su carrera.

A partir de 1923, Tarsila, como se la conoce rápidamente en los medios artísticos franceses, frecuenta en París los talleres de Fernand Léger o André Lhote.

"Me acuerdo de Tarsila en el teatro del Trocadero, vestida con una capa escarlata, doblada de satén blanco" explicaba un testimonio de la época.

Un autorretrato de 1923 muestra a la artista con esa espectacular capa de la casa Patou.

Sus largos pendientes dorados y su pelo recogido, que resaltan unos ojos oscuros, causan sensación en la vibrante escena artística, en un caso que recuerda a la llegada de la mexicana Frida Kahlo en la década siguiente.

- "Lo invento todo" -

Tarsila do Amaral ensaya el cubismo o el fauvismo, pero como muchos artistas sudamericanos, su paso por París le sirve en realidad para reflexionar sobre su país de origen.

De 1923 data su cuadro quizás más famoso, "A negra", un retrato frontal de gran tamaño de una mujer desnuda, de mirada altiva. Tarsila do Amaral explicó después que su inspiración fue una exesclava que vivía en la hacienda de su familia.

El escritor francés, Blaise Cendrars, tomará prestada la imagen para la portada de un libro de poemas.

Enfrente de "A negra", otro gran cuadro icónico de la artista, "A Cuca", de tonos oníricos, que reproduce con colores vivos la figura de un monstruo conocido del folclore brasileño.

"Yo lo invento todo en mi pintura. Y lo que vi o sentí (...) lo estilizo", proclamó la pintora.

- Manifiesto antropófago -

En 1926 celebra su primera exposición individual en París. Pero su destino verdadero está en su país, que sufre importantes cambios.

Su amante en la época, Oswald de Andrade, publica el "Manifiesto antropófago" en 1928, que proclama entre otras cosas la necesidad de "devorar" las influencias culturales extranjeras.

La crisis de 1929 afecta duramente a la familia de la artista. Tarsila do Amaral deberá trabajar a partir de esa época, y su obra pictórica centra su mirada en la clase obrera, con obras como "Operarios" de 1933.

Tarsila do Amaral regresa en 1932 a Brasil, donde pasa un mes en la cárcel por haber visitado la Unión Soviética.

Ya no volverá a París. Su destino queda ligado definitivamente a su país, donde gana influencia paulatinamente, hasta su muerte con 87 años en 1973.

D.Verheyen--JdB