El cine latinoamericano cruza el desierto en Toulouse
Tres películas concursan en el Festival Cinelatino de Toulouse, que se cierra el sábado, con el desierto como protagonista, en Bolivia, Argentina y Chile.
"Utama" (2021) es una película boliviana de Alejandro Loayza, que desembarcó en Toulouse con dos premios recién cosechados bajo el brazo: el del festival de Sundance y el de Málaga.
Una pareja de ancianos quechuas se aferra a su vida en un rancho humilde, al borde del altiplano infinito en Potosí, con la sola compañía de un rebaño de llamas, y sin agua.
La llegada de un nieto que quiere llevárselos a la ciudad provoca tensión en la pareja, que tiene que tomar una decisión.
La película se atarda por igual en la pareja protagonista (dos indígenas de la región) como en los desolados paisajes, fotografiados con singular belleza.
"Es un lugar muy hermoso, pero que también encierra problemas climáticos", explicó en entrevista con la AFP Loayza, de 36 años.
"Al ser un personaje más, teníamos el reto enorme de ver cómo vamos a retratar ese lugar, y definitivamente no queríamos retratarlo como una postal", indica.
"Una de las principales decisiones fue filmar siempre cuando el sol está arriba, que es casi lo opuesto a lo que se hace en la mayoría de películas" ambientadas en el desierto, añade.
"Utama", que en lengua aymará significa "nuestro hogar", es la primera película de Alejandro Loayza, cuyo padre, Marco, presentó también hace más de dos décadas su primera película en Toulouse.
En el desierto "se ven las dificultades, pero también ese nexo de unión, esa necesidad absoluta e imprescindible de contar con el otro", reflexiona.
- La calma y los sueños -
"La Calma", rodada en 2020 por el argentino Mariano Cócolo, muestra también el desierto como punto de reunión de un padre y su hija, Nancy, que partió a la ciudad para estudiar Derecho.
El padre sufre una embolia y Nancy se ve obligada a volver para ocuparse de él. En medio de la miseria casi total, Nancy debe luchar además contra la ambición de un ranchero acaudalado, que quiere quedarse con las tierras.
"La Calma" fue rodada en Lavalle, en la provincia argentina de Mendoza.
De nuevo el desierto como escenario de un amor inquebrantable, filial, pero también de egoísmo y de desigualdad social.
Cócolo, de 35 años, optó por rodar su primer largometraje en blanco y negro. "Fue una decisión desde el comienzo, desde la escritura del guión", explicó su director en entrevista con la AFP.
"Nos ayudó estéticamente porque apoya a la fotografía, para poder ver de una determinada manera la textura de las paredes, del campo, de los animales", explicó.
Y como sucede a menudo con el cine de autor, por un tema de presupuesto, añadió con una sonrisa. "Nos ayudó muchísimo con la producción. La paleta de colores ya no era un problema, el vestuario fue mucho más fàcil conseguirlo", indicó.
"La Francisca" (2021), del chileno Rodrigo Litorriaga, narra la historia de una joven que sueña con abandonar Tocopilla, un pueblo atrapado entre el océano Pacífico y el desierto de Atacama, en el norte del país.
Su hermano es autista, su vida humilde y aburrida. Un profesor se ofrece a dar clases particulares al chico. Los padres, animados por Francisca, que adora a su hermano, aceptan. Pero eso provoca un drama irreparable.
Litorriaga filma el desierto pero esta vez poblado de seres humanos, de trasiego de camiones, de miseria y contaminación. La única solución parece ser la huida.
E.Carlier--JdB