Birmania guarda un minuto de silencio por los más de 2.700 muertos del terremoto
Birmania guardó este martes un minuto de silencio en recuerdo de las más de 2.700 personas muertas en el fuerte terremoto del viernes que incluso derribó edificios en Bangkok, a mil kilómetros de distancia.
Cuatro días después del sismo de magnitud 7,7 y de poca profundidad, mucha gente en este país desgarrado por cuatro años de guerra civil vive a la intemperie porque sus casas están destruidas o porque tienen miedo de posibles réplicas.
El jefe de la junta militar de gobierno, Min Aung Hlaing, indicó el martes que el terremoto dejó al menos 2.719 muertos, más de 4.500 heridos y 441 personas desaparecidas.
Se espera que el balance aumente significativamente cuando los equipos de rescate lleguen a pueblos y aldeas que quedaron incomunicadas por el terremoto.
A instancias de la junta birmana, las sirenas para avisar del minuto de silencio sonaron exactamente a las 12H51:02 (06H21 GMT), la hora exacta a la que comenzó el terremoto.
Su epicentro se situó en el centro del país, cerca de Mandalay, la segunda ciudad poblada con 1,7 millones de habitantes, que quedó muy destruida.
Enfrente del complejo de apartamentos Sky Villa, uno de los más dañados de la ciudad, los operarios de rescate pararon su trabajo y se colocaron en línea con las manos en la espalda.
El homenaje forma parte de la semana de luto nacional declarada hasta el 6 de abril por los militares "por la pérdida de vidas y los daños".
Pese al ambiente de desesperanza, una mujer de unos sesenta años fue rescatada milagrosamente este martes en la capital birmana, Naipyidó, tras permanecer 91 horas atrapada entre los escombros, según indicó el servicio de bomberos en Facebook.
En la vecina Tailandia, al menos 20 personas murieron por la sacudida, que hizo colapsar un rascacielos de 30 plantas en construcción en Bangkok en el que se estima quedaron atrapados decenas de obreros.
El gobernador de la capital tailandesa, Chadchart Sittipunt, declaró que las labores de búsqueda entraron en una "segunda fase" que implica "levantar todos los materiales pesados, como las columnas", y afirmó que tienen "la esperanza de que haya supervivientes".
- Durmiendo al raso -
En Mandalay, edificios de viviendas y templos quedaron reducidos a escombros. Por cuarta noche seguida, cientos de residentes durmieron al raso, en tiendas de campaña o simplemente cubiertos por mantas en medio de calles y carreteras.
"No me siento seguro. Hay edificios de seis o siete plantas inclinados junto a mi casa y pueden colapsar en cualquier momento", dijo a AFP Soe Tint, un relojero.
En una sala de exámenes, donde parte del edificio se derrumbó sobre cientos de monjes que realizaban una prueba, las bolsas repletas de libros de las víctimas seguían sobre una mesa en su exterior.
Camiones de bomberos y maquinaria pesada estaban aparcados frente al pabellón, en el que trabajaba un equipo de rescate llegado de India.
El hedor es "muy intenso", dijo un oficial indio. En varios lugares de la ciudad, el olor a putrefacción de cadáveres empieza a ser acusado.
Un crematorio en las afueras de la ciudad ha recibido ya cientos de cuerpos y esperan muchos más a medida que los equipos de rescate los saquen de entre los escombros.
- Asistencia internacional -
Antes del sismo, Birmania llevaba cuatro años de guerra civil provocada por el golpe militar de 2021 contra el gobierno civil de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi.
La ONU calcula que al menos 3,5 de sus 50 millones de habitantes fueron desplazados por el conflicto, muchos de ellos en peligro de hambruna.
Aunque la junta asegura que intenta responder al desastre lo mejor posible, en los últimos días emergieron reportes de bombardeos de los militares contra grupos armados rivales.
Una alianza de tres grupos armados étnicos rebelados contra la junta anunció el martes su intención de respetar un alto el fuego unilateral de un mes por motivos humanitarios.
La enviada especial de la ONU para Birmania, Julie Bishop, había pedido el lunes el cese de hostilidades a todas las partes para centrarse en la ayuda a los civiles.
En un gesto muy inusual, el jefe de la junta, Min Aung Hlaing, lanzó pedido de ayuda internacional, rompiendo la costumbre de otros dirigentes militares birmanos de rechazar la asistencia exterior ante este tipo de desastres.
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R.Vandevelde--JdB